Por Salvador Díaz Sánchez
CÓMO PODRÍAMOS celebrar el “Día Internacional de
los Pueblos Indígenas” si no enaltecemos antes la lucha de los pueblos
originarios contra el capitalismo depredador en procesos de globalización y
neoliberalismo, mismos que hoy enfrentan una de las escaladas más violentas
desde los remotos tiempos de la conquista de América, el fenómeno más brutal de
la historia de la humanidad, ese auténtico genocidio que se ha querido
disfrazar con el nombre de "descubrimiento de un nuevo mundo" o el
"encuentro de dos mundos", intentando con ello borrar esa terrible
herida en la historia mundial que, como hoy lo atestiguamos, aún no cierra.
CÓMO VAMOS a conmemorar este día sin denunciar la
política depredadora de este gobierno obradorista que se ufana de defender las
culturas originarias cuando en los hechos mantiene una política de entrega de
los recursos naturales a empresarios capitalistas nacionales y extranjeros,
mediante sus megaproyectos como el “Proyecto Integral de la Península” (que
incluye el Tren Maya y la carretera Palenque-San Cristóbal), el Proyecto
Integral del Istmo de Tehuantepec”, el “Proyecto Integral Morelos”, o el
proyecto de la “Planta de Café Soluble Nestlé”, en Veracruz.
ASISTIMOS a un espectáculo aterrador que pocas
veces se ha visto en el mundo: una brutal embestida del capitalismo sobre miles
de comunidades indígenas que soportan heroicamente, como lo han hecho durante
el decurso de los siglos.
LA INVASIÓN de los nuevos conquistadores de la
Cuarta Transformación hacia el espacio reservado por cientos de años a las
comunidades fundadoras, en México, sólo tiene como precedente la apropiación de
los territorios de los pueblos indios por parte de los grandes hacendados de la
época de la Reforma juarista bajo el amparo de la “Ley de Desamortización de
las Fincas Rústicas y Urbanas de las Corporaciones Civiles y Religiosas de
México”.
Y AUNQUE su discurso se vista de franciscano,
Obrador no puede esconder su traje y acciones de lobo feroz contra las naciones
autóctonas mexicanas, los hechos así lo documentan: desplazamiento de familias
en comunidades indígenas, despojo de tierras, agresiones contra la comunidad
Otomí en la CDMX, hostigamiento militar y estrategia contrainsurgente en los
Municipios Autónomos Zapatistas de Chiapas, por parte de la Guardia Nacional,
además de la represión selectiva contra luchadores sociales. Sólo durante este
tramo “democrático” de la 4T han sido asesinados al menos 10 activistas
indígenas del Congreso Nacional Indígena, entre ellos Samir Flores Soberanes, y
muchas más ignominias que está perpetrando este gobierno.
Y POR MÁS que el presidente de la república
intente, como todo “vencedor” escribir una historia a modo, no puede justificar
en sus sermones mañaneros los porqués de tantas desigualdades, oprobios y
canalladas contra los verdaderos dueños de los territorios nacionales. La “ley
garrote”, aprobada en Tabasco por los diputadetes de Morena, para castigar a
los activistas sociales es sólo una muestra del rostro autoritario del gobierno
de la cuarta simulación.

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