Toluca, Estado de México.
Enclavado en el corazón del país y heredero de numerosas tradiciones de distintas
culturas precolombinas, el Estado de México es un exponente indiscutible de la
ancestral cocina tradicional mexicana y de la gastronomía típica que distingue
a la región centro del territorio nacional.
A lo largo y ancho de su
territorio, en el Estado de México es posible encontrar variados y exquisitos
platillos, a través de los cuales podemos conocer nuestras más profundas raíces
y las tradiciones más arraigadas.
Tal es el caso de las
exóticas preparaciones que datan de tiempos ancestrales, como los afamados
escamoles, que son el deleite de quienes gustan de la tradición culinaria del
valle de Teotihuacán y en donde también se pueden saborear los magníficos chinicuiles
y los gusanos blancos del maguey.
Estos platillos, junto con
la sopa de caracol y los ximbotes, ya sean de cueritos con nopales, de chícharo
o de verdolagas, complacen a los paladares de millones de comensales locales y
extranjeros que se dan cita cada año en esta emblemática región del estado.
Otro ejemplo, es la riqueza
culinaria del sur Estado de México, con las ancas de rana o la sopa de lima de
Ixtapan de la Sal, los tacos de obispo del municipio de Tenancingo o las
espléndidas truchas que se cocinan de diferentes formas en el Pueblo Mágico de
Malinalco.
Las truchas también se
pueden degustar en otras regiones del estado, como en los Pueblos Mágicos de
Villa del Carbón, que se encuentra al norte de la entidad; en Valle de Bravo,
ubicado al suroeste; o en el municipio de Ocoyoacac, en el centro geográfico
del territorio mexiquense.
Si nos aproximamos a la zona
norte encontramos en Aculco, numerosas variedades de quesos artesanales de
excelente calidad y delicioso sabor, además de las enchiladas de comal y los
magníficos tocinos, jamones y chorizos tipo asturiano y costa brava, de clara
influencia hispánica.
En el Pueblo Mágico de El
Oro es imprescindible saborear el típico mole con carne de guajolote, las
aromáticas enchiladas rieleras y tomar una copita de la tradicional Chiva,
reconfortante bebida elaborada con hierbas y el cual es un magnífico digestivo.
Por su parte, en la región
centro de la entidad, en donde aún se asientan numerosas comunidades mazahuas,
se puede probar el pollo en chirrión, preparado con chile cascabel en caldo y
carne de pollo; los charales con nopales en salsa verde, o bien el exquisito
mole de olla, que se cocina con xoconostle y chile guajillo; guisos que forman
parte de la cocina tradicional de origen precolombino y que esta etnia ha
sabido preservar a lo largo de los siglos.
Otro gran exponente de la
cocina tradicional del Estado de México, es la de origen matlazinca, que emplea
numerosas hierbas como quelites, berros, hongos, flor de calabaza y verdolagas.
Entre sus platillos más
distintivos están el cerdo en salsa de ciruela, las tostadas de tuétano, los
jumiles y los huevecillos del mosquito, conocidos como ahuautle.
Finalmente, el oriente de la
entidad se distingue, por el conejo preparado con diversidad de recetas y,
desde luego, por la cecina salada o adobada que se consume en municipios como
Amecameca y Tepetlixpa, que resguardan a los majestuosos volcanes Popocatépetl
e Iztaccíhuatl.
Ésta, es sólo una muestra
del extenso acervo culinario del Estado de México, que se expresa a través de
deliciosos sabores, exquisitos aromas, sorprendentes texturas e intensos
colores, que inundan los sentidos y que nos dejan ver la gran herencia cultural
que hemos recibido y que podemos apreciar a través de la gastronomía
mexiquense.
Publicar un comentario