Por
Rocío Alejandra Ayala Pimentel
En
el México moderno, país de las maravillas, imán de inversionistas decentes
unos, vivales otros, donde de Panchos y pancheros están llenas las curules, el
‘Estado’ ha tenido a bien absorber el movimiento social que justamente ha
tenido como premisa, la unidad.
Dicho
de manera coloquial, “si no puedes con el enemigo, ÚNETE a él” y es que ante el
panorama de una sociedad descontenta, en primer plano por el gasolinazo, la
estela de sinsabores del año pasado y la actual política anti global, racista y
discriminatoria de Donald Trump y por si fuera poco, el perfil entreguista del
gobierno federal, la unidad de todos los mexicanos manifiesta a lo largo y
ancho del país, ha dejado en claro que el sentir mexicano ya no es el mismo de
sexenios atrás. Por supuesto, ante los intentos fallidos de eliminar las
marchas y todas las modalidades de expresión libre y pacífica, el Estado no
tuvo más remedio que apropiarse del eslogan que ha movilizado a miles de
mexicanos; la unidad. Para tal efecto, los alfiles para ejecutar la encomienda
son las organizaciones Vibra México y Mexicanos
Unidos, donde la señora Isabel Miranda de Wallace, destacó que la marcha
convocada es por la unidad y en apoyo al gobierno mexicano.
Otra muestra más de la gran transformación que está
atravesando la conciencia mexicana, nos la presenta el senador Pancho Búrquez,
quien con ahínco asevera “presenté la reforma para ELIMINAR el dinero público a
los partidos... esa es la puerta para la "ciudadanización" de la
política” Tal es el cinismo de este senador, que hasta
lanzó una campaña de “ciudadanización” de la política, para que todo aquél que
sea afín a su proyecto, cual poseso a la velocidad de un click, proceda a
ejecutar el hecho bajo el título de ¡ÚNETE!
Digo, habría que
preguntarle, cuánto le costó a su partido político llevarlo al senado.
Mientras tanto, el
PAN y el PRD quienes votaron a favor de la ley de ingreso el 20 de octubre, la
cual detonó la liberación de los precios de la gasolina, ahora engañan a
sus militantes y ciudadanía en general mostrándose indignados organizando
marchas y pintando paredes.
No cabe duda que el
florilegio de inconformidades le movió el tapete al Estado, a tal grado que el
presidente Enrique Peña Nieto, hizo un ‘llamado’ a la unidad nacional. Habría
que preguntarle, unidad en torno a qué, a nosotros mismos, o unirnos a la
enorme decadencia y descomposición gubernamental.
Algo debe quedarle claro al galimatazo, una cosa es
que el pueblo se esté organizando en unidad para el bien y la legítima defensa
de sus derechos más básicos y otra muy distinta que bajo el eslogan de unidad, el
pueblo camine tomado de la mano de quien lo ha sobajado de la manera más cruel.
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