Por Carlos Santibáñez Andonegui
Criticamos a Trump y a cada nueva
crítica, quedamos como más limpios. La crítica hace parecer libre de errores al
que la ejerce, pero ésta es solo una de sus trampas. Una videografía de Tiempos
Modernos mostró la semana pasada el caso de una mujer del pueblo mixteco:
Gabriela Maldonado, fue azotada en México por querer ser regidora. Al parecer
encargaron a su abuelo la tarea de azotarla hasta dejarla inconsciente. Y eso
está ocurriendo en México, en el siglo XXI, en un México en que todos creemos
estar tan lejos de las discriminaciones de Trump hacia el sexo femenino.
Por supuesto, se trata de asuntos
disímbolos pero no es un hecho aislado. Incluso en el motor de ciertos
feminicidios hay un cruce de machismo. La infamia de las muertas de Juárez
tiene que ver con por qué ellas sí han de ganar su dinero en la maquila, y
nosotros no. ¿No hablamos de las muertas de Juárez como muertas de
Washington, verdad? Esto está ocurriendo en México, no en Washington, aquí sí
hay que decirlo con todas sus letras: Trump se queda chico.
Uno dice, es la incultura. Con
estudios ya es diferente. Pero no es cierto. A veces es peor. Dirijamos la
vista a quienes imparten justicia en México muchos son ya inamovibles o su
empleo representa una beca de diez, quince años, como regalo de la patria para
que no caigan en la tentación de recibir regalos o dinero por el otro lado, y
últimamente, amigos o protegidos de estos señores becarios del poder
judicial inscriben a secuestradores en Registro Nacional de Víctimas:
El Primer Tribunal Unitario del
Vigésimo Cuarto Circuito, con sede en Tepic, Nayarit, absolvió a los hermanos
Cortez Vallarta de los delitos de secuestro y delincuencia organizada. Al
parecer, “alguien” hizo el favor de torturarlos durante el proceso, con lo cual
sus abogados demostraron que no sólo debería quitárseles la sentencia de 33
años de cárcel, sino además, pedirles perdón y pagarles una indemnización. Esto
no es Trump. Somos nosotros. Son integrantes de la banda Zodíaco, sobrinos de
Israel Vallarta, el líder de la banda que se recordará era pareja sentimental
de aquella Florence Cassez, calificada como secuestradora por México pero
después también dejada libre a causa de algún error de procedimiento que sin
querer alguien hizo el favor de cometer, por el que se le dejó volver a
Francia, como regalo al presidente Francois Hollande que la protegía
siendo al parecer conocida de su esposa.
Otros tres integrantes de la Banda El
Zodíaco, René el hermano del señor Vallarta, un Ulises y un Julio César,
consiguieron que un tribunal echara abajo las condenas de 37 a 58 años de
prisión. El magistrado a cargo del caso actuó muy profesionalmente,
notando que habían sido identificados en la cámara de Gessel y en fotografías, con
el imperdonable error de que sus abogados, en ese momento, no estaban, no
estuvieran presentes. Se violó su garantía de seguridad, qué grave, y por esa
razón, ellos, que se dedicaban con toda seguridad al secuestro, ahora fueron
eximidos de su condena.
Frente a esto me tiene sin cuidado si
Trump se cuelga o no el teléfono con el presidente de Australia. Dice Isabel
Miranda de Wallace, mujer valiente a quien le secuestraron y mataron un hijo en
México, y hoy ayuda a combatir al secuestro a través de la
organización Alto al Secuestro, que de mil 500 millones de pesos que tiene
la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) sólo había pagado en
noviembre la cantidad de 89 millones y de esa cantidad, casi el 90 % fue para
narcos, sicarios, médicos de sicarios, es decir, “estamos dando gracias y
nuestro dinero a los delincuentes que nos dañan”. Lo cierto es que está por
proponerse un nuevo titular para la CEAV, y después de un proceso no tan
transparente, el Presidente ha debido enviar ya la propuesta de quien la
dirigirá por un periodo de 3 años, aunque para ello no se consultó al pueblo.
Expresa en este medio digital
(TMPosmodernos) el columnista Benito Vergara (3-02-17) en su oportuna entrega
intitulada La Unidad Nacional, algo a lo que me suscribo ampliamente:
“No se puede exigir respeto a un país
vecino cuando en casa se realizan las mismas transgresiones”.
Notamos la ignorancia de aquellos
estadounidenses que a tontas y a locas, deseosos de hacer a América grande otra
vez, votaron por Trump y a lo mejor no saben ni localizar su condado en el
mapa. Pero este 5 de febrero se conmemoran 100 años de la promulgación de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), y a pesar de las
críticas por recientes reformas, los mexicanos poco o nada saben de dicho
documento que ha regido al país por tanto tiempo.
En una encuesta realizada por El
Financiero se reveló que un 70% de los mexicanos saben muy poco de su
Constitución, 68% desconocen su fecha de promulgación, y eso sí, la mitad, entre
azul y buenas noches, anda bien orgulloso de ella. Este 5 de febrero se
promulga la primera Constitución de la Ciudad de México. Ojalá y la leamos los
capitalinos.
Criticamos con razón la intromisión de
Trump en asuntos internos cuando le ofrece en un telefonema al Presidente apoyo
al combate a las drogas, pero si la llamada no es oficial, no debe buscarse el
tono de solemnidad de pronunciamientos de estado.
Luego, criticamos a Peña por haberse
reunido en los Pinos con Ricardo Anaya, dirigente del PAN, aparentemente para
sellar un pacto de apoyo a Josefina Vázquez Mota como gobernadora panista para
Estado de México, a cambio de apoyar el PAN al candidato del PRI en el 2018, y
presentar frente unido ante Andrés Manuel López Obrador. Pero se nos olvida que
quien manda es el pueblo, y es él, a fin de cuentas, quien decidirá la
elección. Y esto es porque nadie lee el artículo 39 de la Constitución, Y,
claro, algunos preferirían cambiarla.
El buen juez por su casa empieza. Qué
amargo papel, en cambio, el del crítico de dientes para afuera, que no utiliza
palabras prudentes para decir las cosas y prefiere insultar. Desempeña el viejo
oficio del criticón. Descubrir la paja en el ojo ajeno, e ignorar la viga en el
propio.
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