LEO UN LIBRO QUE DICE: “YO SOY CREACIÓN”


Columna por el poeta Carlos Santibáñez Andonegui

Leo un libro que dice “Yo soy creación” y debí haber leído hace mucho tiempo. Cómo nos cuesta a veces reconocer que hemos sido creados. Pienso que su autor, Gerardo debió irse más por ahí, concentrarse en la energía que nos hizo estar aquí y seguirla pensando hasta dejarla entrar en nosotros y que nos haga ser lo que debimos ser, lo que el odio, la angustia, la ambición están poniendo un freno a que seamos. Un libro que conversa con Dios es un regalo:
“Dos veces he caído
Contigo
Y sin ti”

Cada uno de nosotros está llamado a ser una mejor persona y esto es algo que vale oír a tiempo, antes de que otras voces lo distraigan disfrazadas de duda o de ironía. Si uno cree que puede mejorar lo que hace, ya lo está haciendo, y además puede hacerlo a cualquier edad, en toda condición y en todo tiempo. Puede hasta mejorar su idea de Dios, admitir con Gerardo, que Dios es tu compañero de planeta en vez de generalizar que “Dios no está en las iglesias”. Yo pienso que sí está, pero su idea es perfectible. Por eso me gusta más cuando el autor, Gerardo, se pone a platicar con Dios:
“Y tú por qué elegiste ser dios
sin más
un retrato a lápiz sobre hoja sencilla
sin complicarnos
un domingo cualquiera
en calma.”
Quizá el refrán que más le queda al autor del libro, es que “todo lo puede quien no está solo”. Porque ha pasado mucho tiempo solo, queriendo acercarse al Cristo tradicional, sin salir de la cárcel donde lo tienen preso los evangelios. Hay maestros. Uno hace sus maestros, yo te podría dar mi receta, pero es individual, como en un restaurante donde hay buffet y cada quien hace el suyo, juntando de aquí y de allá, porque tampoco es todos, ni en todo tiempo. Pero si uno se ciñe a la energía que lo creó, va por mejor camino que si se dispersa. Va por la garantía de hallar buenos maestros. Hará su Sócrates, su Platón, su Shakespeare. Yendo de acuerdo a algo positivo como es pensar que todo tiene un sentido, uno va en busca de sentido, uno toma de todo, lo que hace sentido. De inmediato aparece lo que denominaba Aristóteles la “vis formativa”, y es suficiente para alumbrar o enderezar una vida. Es algo así como el “No sé quién soy, mas sé que existo”, que cuando menos esperas ya te libró del suicidio, porque sospechas que eres alguien, que estás aquí para algo y ese sentir quién eres ya te libró de muchas cosas más, como la tentación de saberlo todo y descartar casi todo, que es igual de vacío; no que Gerardo lo haga, sé que él nunca lo hecho, pero pregunto:
¿De qué sirve saber demasiado si ese saber te lleva a despreciar todo lo que no es ese saber? Si se es tan religioso que se desprecia a todos los ateos, uno no es religioso y además, no sabe nada. Lo primero que descubres al ir por buen camino es que la sabiduría es incluyente, la intransigencia es la sabiduría de los imbéciles, la verdadera sabiduría invita a los contrarios a darse la mano, aunque se escandalice a la gente, aunque a los no sabios les “haga circo”. Descubres, por ejemplo (dicen los iniciados) que ateo y creyente ni siquiera están tan peleados como parece o la gente cree.
Integrante del colectivo Mañana lloverá, en Tijuana, el poeta Gerardo Parra Valdés, es un especialista en cirugía general, si los hay, dentro del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Autor de poemarios como Poemas libres e incompletos, Poemas de Luz, Poemas para decirse en los puertos y Viendo los barcos alejarse del mar, con el libro que nos ocupa, enriquece la colección Aperto Libro de las ediciones Mañana Lloverá, una joven propuesta editorial que encauzan dos personas para mí tan estimadas hablando de literatura en Tijuana: Eugenia Elizondo y Jorge Sánchez Mejorada.

Hereticum de Gerardo Parra Valdés, un libro que vale por la propuesta. Pero todavía cree que ateo y creyente son un par de contrarios condenados a no abrazarse nunca. Y eso no es cierto. A veces blanco y negro sí la hacen, y con el tiempo, y como tantas otras, son una buena pareja de contrarios. Ateo bueno y creyente buena, se llevan bien. Y viceversa.

Share this:

Publicar un comentario

¿No está lo que buscabas? Ingresa una palabra clave

 
Copyright © Acervo Mexiquense. Designed by OddThemes