Foto: Cortesía
Asociación Nacional de Charros
Boletín No. 368 1 de diciembre de 2016 del
Instituto Nacional de Antropología e Historia
*** La
Secretaría de Cultura, a través del lnstituto Nacional de Antropología e
Historia y la Asociación Nacional de Charros iniciaron las gestiones en marzo
de 2013
*** El nombramiento consolida un amplio e
incluyente Plan de Salvaguardia, preservación, difusión y desarrollo del
patrimonio cultural que se le asocia
Luego de un proceso de elaboración y
evaluación de más de tres años y gracias a las gestiones realizadas por la
Secretaría de Cultura del Gobierno de la República a través del lnstituto
Nacional de Antropología e Historia y de la Asociación Nacional de Charros, AC,
“La Charrería, tradición ecuestre en México” fue declarada Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), lo que
lo convierte en la octava manifestación viva de México que recibe esta
distinción. La decisión se tomó durante la 11a Sesión del Comité
lntergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial en
Addis Abeba, Etiopía, realizada del 28 de noviembre al 2 de diciembre del año
en curso. La inscripción se logra después del voto positivo unánime de los 24
miembros que actualmente conforman el Comité: Austria, Chipre, Turquía,
Armenia, Bulgaria, Hungría, Colombia, Cuba, Guatemala, Santa Lucía, Afganistán,
India, Mongolia, Filipinas, República de Corea, Congo, Costa de Marfil,
Etiopía, Mauricio, Senegal, Zambia, Argelia, Líbano y Palestina. El expediente,
resultado de una amplia investigación documental y de campo, describe a la
charrería como una tradición ecuestre, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI
cuando, a raíz del establecimiento y auge de las haciendas ganaderas en el
centro y norte de México, surge la necesidad de convivencia entre los vaqueros
de las diferentes fincas que se reunían para inventariar y marcar el ganado de
cada propiedad, convirtiendo las faenas de campo en motivo de coexistencia y
articulación social, siendo éste el origen de una escuela ecuestre mexicana que
permitió manejar el ganado mientras se montaba a caballo y que se distinguía,
entre otras cosas, por el uso de la silla de montar y la reata, utensilio
esencial para lanzar al ganado.
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